¿Quién apostaría por comprar un medio hoy en día?

Uriel Naum Ávila

EPICENTRO / Por Uriel Naum Ávila (*)

La mayoría de los medios hoy no son negocios rentables. Mucho menos los que se han negado a cambiar su matriz de ingresos y siguen anquilosados en el modelo de negocios impresos o se han aventurado en el mundo digital replicando contenido a la vieja usanza.

Los medios tradicionales que se sostienen lo hacen de alguna forma de los hilos de su reputación, como El País, Clarín o El Tiempo. Muchos otros que nacieron en las dos últimas décadas como medios digitales, como Reporte Índigo, en México, o Soy502, en Guatemala, han tenido que probar mejor suerte en el impreso; es decir, regresar a lo “viejo”.

Ciertamente con la pandemia muchos de los medios que conocemos llevaron las cifras de sus plataformas digitales al cielo, como resultado del encierro en que la pandemia Covid-19 nos obligó a vivir desde 2020, año en que la inversión publicitaria de revistas impresas en México cayó 70% y en prensa 32%, según datos del Estudio Valor Total Media, del Consejo de Investigación de Medios.

Más vistas en la web no necesariamente significa mayores ingresos. Y esto lo podemos comprobar al conversar con colegas que trabajan en medios de renombre a los que cada vez les retrasan más el pago de sus sueldos (ni hablar de los pagos a colaboradores externos) o ven más cerca la ‘guillotina’ del despido.

También puedes leer: ¿A dónde van los presupuestos que antes eran de los medios tradicionales?

Siendo este el contexto: ¿A quién le interesa comprar hoy en día un medio? Hay tres posibles respuestas:

-A un inversionista romántico que siempre soñó con tener su propio medio y hacer periodismo de investigación para dar a conocer grandes historias y tener un reconocimiento que no les da el ser empresarios (son como los príncipes de los cuentos de hadas).

-A empresarios y/o periodistas emergentes que buscan subirse a las nuevas tendencias de comunicación y explorar otros formatos novedosos (casi siempre con bajo presupuesto).

-O bien, a grupos de interés político o económico que sabiendo que los medios les generarán pérdidas saben que a través de ellos pueden impulsar a un partido político, a una marca, quedar bien con personajes influyentes o golpear permanentemente a un adversario.

Desafortunadamente, estos últimos son los que cada vez más se apropian en América Latina de los medios tradicionales o impulsan medios emergentes. Estos segundos muchas veces solo para una campaña con objetivos y temporalidad específicos.

El riesgo permanente de estos últimos es que, lejos de ayudar a que los medios cumplan un rol social fundamental como es el de ofrecer información veraz, imparcial y profunda, le terminen de dar a esta industria, la de la información, la estocada final de la desconfianza social.

(*) El autor es Cofundador de Stalkeo Empresarial y Regional Editor in Chief en JeffreyGroup. 

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