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6 diciembre, 2025 by Columna

Tecnología y ciberseguridad hacia 2026: Señales para quienes toman decisiones

Por Nazly Borrero Vásquez / Mtra. en Ciberseguridad.

El entorno digital avanza más rápido que la mayoría de los planes estratégicos. Para 2026, las empresas enfrentarán un escenario donde la protección de la información, la adopción de nuevas herramientas y la interacción con los medios se unirán en un mismo punto: la necesidad de anticiparse antes de que los cambios superen la capacidad de adaptación. Este texto ofrece una mirada directa, clara y práctica para líderes que buscan prepararse sin saturarse de tecnicismos.

En los próximos dos años, la ciberseguridad seguirá siendo uno de los aspectos más valorados en las organizaciones, no solo por las amenazas externas, sino también por la presión regulatoria y las expectativas de clientes cada vez más informados. Los ataques seguirán evolucionando: ya no se trata solo de accesos no autorizados, sino de estrategias que mezclan engaños psicológicos, contenido manipulado y uso indebido de plataformas digitales. Para 2026, se espera un crecimiento significativo en intentos de fraude a través de sistemas automatizados capaces de imitar voces o generar mensajes personalizados con un nivel de detalle difícil de detectar.

Las empresas ya no pueden basarse únicamente en herramientas tradicionales. La tendencia va hacia sistemas que aprenden por sí mismos, detectan comportamientos inusuales y bloquean acciones sospechosas sin depender del equipo humano para cada decisión. Estas soluciones estarán al alcance incluso de organizaciones medianas, debido a que los proveedores están simplificando costos y modelos de contratación. Aun así, la tecnología no será suficiente sin equipos internos que comprendan sus límites y sepan intervenir cuando sea necesario.

Otro cambio importante será la integración de la inteligencia artificial en casi todas las áreas de operación. Para 2026, se espera que las compañías utilicen herramientas de IA generativa para redactar documentos, crear materiales de comunicación, automatizar reuniones y revisar procesos internos. Esto traerá agilidad, pero también nuevos puntos de exposición. Un sistema que produce contenido puede convertirse en un riesgo si no se establecen controles sobre qué datos procesa y cómo los almacena. Los líderes deberán exigir transparencia a los proveedores, solicitar auditorías y pedir explicaciones claras sobre la forma en que se entrenan los modelos y se resguarda la información sensible.

Los medios de comunicación también jugarán un papel distinto. A medida que la automatización avance, estos medios empezarán a apoyarse en sistemas capaces de producir notas, reportes o análisis basados en datos públicos. Esta dinámica hará que las empresas estén más expuestas: una filtración, un fallo o un comportamiento inapropiado puede convertirse rápidamente en noticia. Para evitar daños reputacionales, será clave mantener canales internos y externos ágiles, con información precisa, preparada y coherente. La comunicación estratégica será tan importante como la protección digital.

Un aspecto que tomará fuerza es la verificación de contenidos. Con la aparición masiva de imágenes, audios y videos generados por sistemas avanzados, será más difícil distinguir lo auténtico de lo fabricado. Las empresas deberán invertir en herramientas que detecten alteraciones y establecer protocolos para validar cualquier información que afecte procesos de negocio, decisiones internas o la relación con sus audiencias. En un entorno donde todo puede replicarse o manipularse, la capacidad de confirmar la autenticidad será un valor diferencial.

Para acompañar todos estos cambios, la cultura organizacional necesitará evolucionar. No basta con tener normas; es necesario que las personas adopten hábitos digitales más responsables. Esto incluye aprender a reconocer intentos de engaño, cuestionar mensajes inesperados, identificar señales de riesgo y manejar información de forma más cuidadosa. El equipo directivo tendrá un rol central al impulsar capacitaciones periódicas, simulaciones y conversaciones abiertas sobre cómo actuar ante situaciones sospechosas.

Del lado tecnológico, se estima que las arquitecturas híbridas —que combinan servicios en la nube con infraestructura local— serán la opción preferida. Esto permitirá a las empresas mantener control sobre activos sensibles mientras aprovechan la flexibilidad del entorno en línea. También crecerá el interés por soluciones que midan riesgos de manera continua, no solo en auditorías programadas. La vigilancia permanente será una práctica común, impulsada por regulaciones más estrictas y por socios comerciales que exigen mayor transparencia.

En síntesis, 2026 traerá un escenario donde la seguridad, la automatización y la comunicación estarán más conectadas que nunca. Las organizaciones que avancen desde ahora, con decisiones claras y prácticas, estarán mejor posicionadas para enfrentar un mundo digital más veloz y exigente. Esta visión no pretende anticipar todos los cambios, pero sí ofrecer una guía útil para quienes buscan prepararse con serenidad y con la mirada puesta en un futuro tecnológico que ya está en marcha.

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