Los reportes de sostenibilidad a modo estarían por llegar a su fin
OPINIÓN I Uriel Naum Avila
Tradicionalmente, los reportes de sostenibilidad han sido una especie de ejercicio de autorregulación por parte de las empresas, sobre todo de las enlistadas en los mercados de capitales.
Esos reportes lo mismo pueden estar enfocados en un tema ‘verde’ que en el apoyo a comunidades donde las compañías tienen operaciones, todos con indicadores de “éxito” distintos, si es que los llegan a integrar.
Pues bien, todo indica que esta especie de fiesta de adolescentes de la sostenibilidad, donde todos hacen lo que quieren, se acabará pronto, incluso entre las empresas de América Latina, sobre todo las que compiten en las grandes ligas del comercio global.
Resulta que la Unión Europea tomó la decisión de que los asuntos ambientales y económicos asociados a una organización deben pasar de un aspecto voluntario a un marco de obligatoriedad, reactivando para ello una directiva que exige a las compañías cumplir con informes más detallados.
Y aquí viene el empujón a las empresas de Latinoamérica: “Esto se extenderá a compañías subsidiarias fuera de la Unión Europea que coticen en el mercado regulado, con impacto en las cadenas de abastecimiento, porque se exigirá diagnosticar a proveedores”, me compartió recientemente Andrea Pradilla, directora para Latinoamérica del Global Reporting Initiative (GRI).
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En otras palabras, se viene un escenario regulado muy distinto al que las empresas están acostumbradas. “Eso significa inmensos retos, pero también grandes oportunidades para compañías de Europa y otras regiones”.
¿Dónde están esas oportunidades? Básicamente en el hecho de que no todas las empresas proveedoras de Latam o Asia podrán cumplir con los estándares, lo que quiere decir que las que sí lo hagan tendrán un factor de competitividad muy poderoso para avanzar en el comercio internacional.
Ya se tiene un cronograma
La Unión Europea ha puesto sobre la mesa diferentes etapas de avance, y no solo para tener claridad de las fechas en las que deberán cumplirse éstas, sino también para poner foco en ciertos temas como los derechos humanos o la deforestación, que podrían impactar a países como Brasil, Colombia y México en los siguientes años.
En cuanto a las fechas, así correrán:
–Año 2024. Serán las empresas de interés público con más de 500 empleados las que tendrán que reportar e integrar requisitos que avalen su avance en materia de sostenibilidad.
Todos los estándares de la Unión europea tendrán un componente de abastecimiento. Los eslabones todavía no reportarán, pero sí van a tener que comenzar a compartir información con sus clientes europeos.
–Año 2025. Las empresas con más de 250 empleados, facturación de 40 millones de euros (MDE) o activos que representen más de 20 MDE comenzarán a cumplir con la información requerida.
-Año 2026. La directiva de la Unión Europea estableció que las pequeñas y medianas empresas (pymes) listadas deberán empezar a entregar informes.
-Año 2028. Compañías extracomunitarias con cierto nivel de inversiones en la Unión Europea también tendrán la obligación de cumplir con las nuevas normativas sostenibles.
Hay avances, pero…
La experiencia de la ejecutiva es que las empresas grandes de la región ya reportan conforme a estándares internacionales y el 97% de las compañías listadas en bolsa utiliza estándares GRI en sus reportes de sostenibilidad, que es el co-constructor del estándar en la Unión Europea.
En cuanto a las pymes latinoamericanas, no existe un repositorio de información que indique cuántas realmente rinden cuentas, pero el GRI estima que son alrededor de 2,500 empresas las que realizan este ejercicio.
“Entre los aspectos positivos en Latam, es que hay un avance significativo en la adopción de estándares internacionales y marcos regulatorios, con una dosis importante de gestión social y liderazgo de instituciones en este tema (universidades, cámaras empresariales, think tanks, etc.)”.
Los retos para multilatinas
Desde el punto de vista de Andrea Pradilla, existen al menos tres grandes retos que las organizaciones de la región deben sortear para realmente adentrarse en la nueva era de la sostenibilidad:
-Iniciar el cambio. A las empresas de América Latina les cuesta mucho trabajo prepararse. Si no se les exige a las compañías cumplir la normatividad no dan el primer paso.
-Sostenibilidad como estrategia. Un segundo reto es que logren desarrollar un caso de negocio que explique por qué ser sostenible las hace mejores empresas y contar una historia distinta. Eso significa tener una mirada más estratégica de los negocios desde la sostenibilidad.
-Más que filantropía. Un reto final es que las compañías de Latinoamérica superen la etapa de la filantropía. Con esto no estamos diciendo que la filantropía está mal, sino que hay que realizar otro tipo de acciones para la generación de valor del negocio.
Sobre este último punto, la ejecutiva del GRI explica: “Es como si te preguntan cuántos años tienes, y tú contestas son las dos de la tarde. No hay muchas veces un vínculo real entre la filantropía y los estándares sostenibles”.
Como se observa, la ola de la responsabilidad corporativa que viene de Europa llegará a Latinoamérica a más tardar en 2028, y sortear la marea dependerá de evolucionar la cultura de las organizaciones, pero sobre todo su pensamiento sostenible.