La Marca Personal, la historia del Príncipe de las Tinieblas (I)
La muerte de John Michael Osbourne, Ozzy para los fanáticos, ha traído una gran cantidad de homenajes para quien marcó un antes y un después en la música rock. Su actitud, orígenes, líricas, excesos y por supuesto, su legado, el heavy metal es un muy digno caso de cómo crear una marca personal y volverla franquicia.
Durante la segunda mitad de la década de los sesenta, el rock marcaba el paso de las listas musicales en la Europa capitalista post bélica y en los Estados Unidos que vivía conflictos bélicos expansionistas en todo el mundo, Vietnam, la Guerra de los Seis Días apoyando a Israel, la Guerra de las Arenas, la Guerra Civil en Dominicana y Guatemala, sin olvidar la crisis de los misiles con Cuba ponían a los jóvenes ante dos posibilidades de vida, revelarse o ser una estadística bélica más.
Y ese grito de rebelión se escuchó en forma de rock en sus diferentes vertientes, psicodélico, con toques de blues e incluso con rock duro. Bandas como Cream, Steppenwolf, Deep Purple, Iron Butterfly, Blue Cheer, The Who y Jimi Hendrix Experience sentaban junto a otras grandes banda las bases de lo que hoy podríamos llamar el proto metal o proto heavy metal, que llegaría a su final en 1970 con la aparición de Black Sabbath que en su disco homónimo al presentar la base conceptual y armónica de este nuevo género y que para su segunda producción, Paranoid tomaría la forma final del heavy metal como género.
Este marco histórico no solo es para invitar al lector a escuchar a estas bandas, sino también para demarcar que si bien ya algunos de estos exponentes creaban productos que sonaba a una evolución en la forma de tocar los instrumentos y en los temas de sus líricas, estos no tenían un diferenciador ni visual, ni conceptual que significara un parteaguas en la industria, es decir, carecían de una marca personal, de aquellos elementos que con solo oír su nombre, la gente pensara en ellos como un todo, como un concepto que destacaba del resto.
La mayoría de las bandas de rock nacen deseando emular e incluso sonar idéntico a sus ídolos predecesores, acto natural de fans. Sin embargo, en términos de mercadotecnia, si tu ofreces el mismo producto que otra marca que ya está posicionada y reconocida por su calidad… ¿Qué sucederá?, tú lo sabes y parte de evitar ello, es crear diferenciadores.
Black Sabbath entendió esto a la perfección y aprovecharon incluso el accidente que vivió su guitarrista Tommy Iommi para crear un sonido muy especial y distinto al resto, que junto a líricas retadoras formó al heavy metal. Osbourne comentó en varias ocasiones este génesis: “Tony dijo: ‘¿No te parece extraño que la gente pague dinero para asustarse? ¿Por qué no empezamos a escribir música de terror?'” y así nació el concepto de Ozzy, Black Sabbath y el Heavy Metal.
En un mundo donde las bandas usaban ropas hippies y flores en el pelo, entre letras que pedían paz, hermandad, finalizar las guerras y amor, Black Sabbath fue por un camino donde el demonio, las tinieblas, el dolor, la pérdida y el miedo dictaban agenda. Es decir, se diferenciaban.
Una marca personal debe incluir una larga cantidad de elementos que te hagan destacar del resto, para no convertirte en uno más del montón o peor aún, convertirte en un vende humo de los que tanto abundan en redes sociales.
Ahora bien, veamos cómo algunos de los Elementos esenciales para construir una marca personal se presentan en Black Sabbath y en especial en Ozzy Ousborne:
Identidad y diferenciación. Ozzy y Tommy crearon sin saberlo un nuevo género definido por su esencia misma, una imagen oscura que podría suponer incluso ritos satánicos, riffs poderosos, sonidos que incitan a estar alertas, historias macabras, maldad latente por todos lados y dolor, tal y como una película de terror.
En la música y la creación de marca personal, la imagen es vital. La percepción que otros tienen de ti, influenciada por tus interacciones y comunicación es lo que marca tu imagen. Ozzy modelo su imagen de acuerdo a los estándares de las épocas, paso de las camisas con tiras en los brazos, a las lentejuelas ochenteras y por supuesto que hizo del negro su color base. Pero su imagen de excesos, loco, impulsivo, adicto recurrente y de retador del peligro crearon un estándar. Sin duda influyó en el comportamiento de muchos rockeros y heavy metaleros.
Su reputación le precedía. La opinión pública sobre su trabajo y persona, construida a través de la coherencia y la calidad de sus acciones siempre le posicionó como un líder músical y de comportamiento, son muchas las historias con diferentes rockeros retándose a hacer algo cada vez más loco, más extremo, a dejar huella. Todos competían con el príncipe de la oscuridad pero nadie le ganaba.
Sin duda, Ozzy siempre fue honesto. Sus declaraciones en torno a su comportamiento fueron genuinas y transparentes. Siempre fue transparente en su comunicación, aceptó sus errores y pidió ayuda. No fue perfecto, fue un ser humano.
Siempre tuvo claridad en sus objetivos y su propósito de vida, tanto personales como de músico. Vivir el momento, llegar a ser mejor en cada producción, superarse así mismo, y hacer de la música su refugio le dieron un significado a su dolorosa existencia emocional y eso le posibilitó tener una comunicación eficaz. Sus acciones y mensajes eran consistentes, tenían una lógica, quizá para muchos moralmente cuestionable, pero no dejaba de ser él y su forma de ser de toda la vida.
Ozzy antes de morir ya era un ícono de la cultura pop y del heavy metal. Su relevancia al crear contenido valioso para su público objetivo ya fuera en un disco o en un reality show, descabezando un murciélago o una paloma en pleno concierto o bien inhalando hormigas en una fiesta le permitían estar siempre en los medios, ofreciendo consistencia en los diferentes canales donde sus seguidores se encontraban, desarrollando una conexión emocional que le generó respeto. No por nada se le consideró el padrino del metal, donde su bendición o maldición tenía un peso específico.
Un análisis brillante. Mientras otros seguían la corriente del amor y la paz, él entendió que el verdadero poder estaba en crear un universo propio, oscuro, provocador y reconocible.