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6 diciembre, 2025 by Columna

¿Han fracasado los ODS de la Agenda 2030 de la ONU?

Por Uriel Naum Avila / Co-Fundador de Stalkeo Empresarial 

Durante años, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron el marco de referencia para gobiernos, empresas y organizaciones que buscaban orientar sus acciones hacia un futuro más justo y equilibrado.

Con sus 17 metas y 169 indicadores, la ONU logró instalar un lenguaje común para hablar de pobreza, igualdad, medio ambiente y prosperidad. Sin embargo, ese esquema empieza a mostrar desgaste: su carácter universal y rígido no siempre responde a las realidades locales ni a los cambios vertiginosos de la economía, la tecnología y la cultura.

Hoy, voces expertas sostienen que los ODS han quedado obsoletos. No porque hayan perdido relevancia, sino porque su marco ya no alcanza para explicar ni transformar los desafíos actuales: crisis climática acelerada, disrupciones tecnológicas, inequidades persistentes y nuevas demandas de dignidad y bienestar. En su lugar, emergen nuevas filosofías que buscan ser más ágiles, menos burocráticas y más conectadas con la vida cotidiana de las personas.

El debate internacional

El Foro Económico Mundial, en su Global Risks Report 2025, advierte que la agenda de sostenibilidad enfrenta un mundo fragmentado, con más del 52% de expertos calificando la situación global como inestable. Este diagnóstico ha encendido la discusión sobre si los ODS, diseñados en 2015, pueden seguir siendo el marco rector hacia 2030.

De igual forma, evaluaciones académicas señalan que, aunque los ODS siguen siendo referencia, su implementación ha sido desigual y poco efectiva en algunos países. La presión por cumplir metas numéricas ha generado más reportes que transformaciones reales. En medios especializados de sostenibilidad se insiste en que el futuro requiere nuevos indicadores de resiliencia, bienestar y cohesión social, más allá de métricas globales.

La evolución necesaria

El cambio no es un capricho. Los ODS fueron diseñados con horizonte al 2030, pero el mundo de 2025 es otro. La pandemia, la Inteligencia Artificial, la transición energética y la polarización social han reconfigurado prioridades. Las empresas ya no pueden limitarse a “alinear indicadores” con metas globales; necesitan marcos que les permitan innovar, adaptarse y generar impacto real en sus comunidades.

La nueva filosofía que sustituye a los ODS pone el acento en tres dimensiones:

  • Dignidad humana como eje rector, más allá de métricas abstractas.
  • Calidad de vida como indicador tangible de progreso.
  • Resiliencia como capacidad de enfrentar crisis sin perder cohesión social.

El valor de un nuevo entendimiento

Dejar atrás los ODS no significa abandonar la sostenibilidad, sino redefinirla. Significa reconocer que los grandes retos no se resuelven con checklists globales, sino con ecosistemas vivos de políticas, empresas y ciudadanos que dialogan y actúan en tiempo real.

Para el mundo empresarial, este giro es crucial. Ya no basta con reportes ESG que repiten fórmulas; se requiere una narrativa fresca, que conecte con colaboradores, clientes y comunidades. Las compañías que abracen este nuevo marco no solo ganarán legitimidad, sino que se convertirán en actores de transformación cultural.

La pregunta no es si los ODS fracasaron, sino si estamos listos para superarlos. La sostenibilidad del futuro no será un listado de metas, sino una filosofía que inspire confianza, creatividad y corresponsabilidad.

En Stalkeo Empresarial, este debate es más que oportuno: ¿qué narrativa queremos construir para las próximas décadas? La respuesta no está en repetir lo ya escrito, sino en atrevernos a imaginar un nuevo lenguaje de impacto.

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